Esta semana toca ir a visitar el distrito de Kagurazaka, que es una vecindad muy tranquila en la parte noreste de Shinjuku, del que ya hablamos. Fundamentalmente es una calle muy inclinada de aproximadamente 400 metros de largo (no la hemos medido) y el área colindante, éste es uno de los pocos sitios de Tokio que todavía conserva la mayor parte de los viejos "shitamachi” o cascos antiguos del viejo Edo. Durante este periodo, esta vecindad era conocida por sus numerosas casas de geisha, de las cuales aún hoy en día podéis ver entre sus callejones de adoquín, es en estos callejones de aire pintoresco y nostálgico donde reside el autentico corazón de Kagurazaka donde el viajero, caminando por sus inclinadas callejuelas y estrechos callejones, puede recuperar la esencia de viejos tiempos.
Pero sin duda, donde reside la gracia de este barrio y de su peculiar festival es en las tiendas y puestecillos varios que pueblan la calle. Hay una gran variedad de artículos exóticos, desde los tradicionales kimonos con sus complementos, incluidas las getas, pelucas de geisha, hasta una pequeña y tradicional tienda de artesanía en madera que se dedica a la elaboración de artículos en madera virgen como los palillos y sus correspondientes cajas para guardarlos o los conocidos bentos, unas cajitas de varios compartimentos y alturas donde se guarda la comida para llevar fuera de casa (una especie de taper sofisticado). Además, también podéis encontrar numerosos puestos donde los amables dependientes os ofrecerán una enorme variedad de productos de alimentación tradicional como galletas de arroz hechas a mano, tofu, algas, varios pinchos de carne y tsukudani (es un tipo de comida que consiste en pescado, carne o vegetales, cortado en pequeñas porciones y fritos en salsa de soja y mirin (sake dulce). Se utiliza como acompañamiento del arroz y no se come solo, puesto que el fuerte sabor a soja que tiene contrasta bien con el arroz hervido típico de la gastronomía japonesa, entre otras delicias.
Pero Kagurazaka guarda aun más sorpresas como por ejemplo pequeños restaurantes de cocina internacional como es el caso del pequeño y modesto restaurante: El Platero, de cocina española donde entramos a tapear, jejeje, por extraño que parezca en busca del sabor de la madre tierra. Encontramos este lugar mientras nos dirigíamos a ver la primera parte del festival que dura cuatro díasy que os hemos resumido aquí y que podréis leer a continuación. Este restaurante está escondido en una callejuela colindante a la salida de la boca de metro de Usigome-kagurazaka, y a diferencia de otros restaurantes que hemos visto que llevaban la bandera española pero que servían cocina italiana o mexicana, este local sirve a precios más que razonables pequeñas muestras de nuestra gastronomía, servidas con el encanto japonés. En la carta podías encontrar desde la típica tortilla de patata o el pintxo de pan “tumaca” con su jamón serrano, hasta lubina al horno, vieiras, txangurro a la donostiarra, mejillones tigre o patatas con chorizo e incluso paella y arroz negro, que parecían tener muy buena pinta. En el apartado de bebidas, podías encontrar desde freixenet hasta somontanos y no demasiado caros, en torno a los 2000 yens, del mismo modo, podías degustar una buena sangría de medio litro hecha con un autentico reserva jejeje, eso sí, todo acompañado de una decoración sacada del Quijote, con música de flamenco y faralaes de fondo, e incluso un poster de la ruta de la plata o un libro en japonés de la virgen del Rocío jejejeje. Es un sitio pequeño, de modo que debéis hacer reserva, o poner cara de chefs de lujo para que os cuelen como a nosotros… jajaja, es una experiencia anecdótica.
Kagurazaka, a pesar de estar en pleno siglo XXI sigue conservando la mayor parte de su atmósfera tradicional, pero que comparte esencia con otras culturas que se han fusionado a la perfección como la mencionada española o la creciente y significativa presencia francesa, que ha influido notablemente en su gastronomía, debido al numeroso números de expatriados franceses que viven aquí, y que han abierto varios restaurantes e incluso una escuela internacional, todo en esta área.
Pero si por algo es conocido Kagurazaka, al margen de sus tiendas y restaurantes o de sus calles llenas de encanto, donde poder cruzarte con mujeres ataviadas con los trajes tradicionales, es por sus templos como por ejemplo, el templo de Anyoji o el templo Zenkoku-ji donde se celebra el Festival Kagurazaka que es el que nos atañe y que da título a esta entrada.
Para ir abriendo boca os hablaremos del primero de los templos, el de Anyoji, del que no tenemos nada de información en absoluto, ya que tan solo hemos encontrado referencias a otro que comparte el mismo nombre pero que se encuentra en Osaka, pero esto no es motivo para que no podáis disfrutar de este pequeño templo. Del mismo modo también tuvimos nuestro más y nuestro menos con otro de los templos que supuestamente se encontraba cerca del principal, en torno al cual se celebra el festival, pero que no figura en los mapas y que por lo tanto para nuestro pesar no pudimos encontrar, por ello prescindimos de su presencia en este blog.
Bueno, ahora es el momento para hablar sobre el templo principal y el festival que se celebra a sus puertas, se trata de Zenkoku-ji. Este lugar sagrado pertenece a la rama del budismo conocida como Nichiren, es un lugar muy frecuentado por los japoneses fundamentalmente durante los numerosos festivales y acontecimientos socioculturales que acoge en su recinto. Es también conocido como Bishamonten, debido a la imagen de este dios de la buena fortuna que bendice al templo desde su construcción en 1595. Este templo tiene una azotea elevada que está guardada por dos imponentes tigres de piedra que vigilan el patio, donde se distribuyen puestos y carpas durante los festivales, entre ellos el más famoso que es el de Kagurazaka, conocido como Awa Odori.
Este festival se celebra todos los años a mediados de verano, y aunque hace calor, gracias al aire que corre desde el rio subiendo por la avenida principal se puede estar más o menos a gusto en la calle. Dura varios días y es, para nuestro gusto, mucho más bonito e interesante que el anterior festival del mismo tipo que os comentamos en entradas anteriores, no porque tenga más números de baile, sino porque tiene una mayor implicación de las compañías que las forman (de todas las edades) y además te deja un cierto regusto a tradición y festividad arraigada. Las calles están decoradas con llamativos farolillos que iluminan la acera dando un toque nostálgico a esta postal festiva, donde los numerosos puestos de alimentación de los que ya os hemos hablado hacen su agosto en julio jejeje. Estos farolillos son muy famosos y de hecho se celebra una feria dedicada a estas obras de arte en papel, es conocida con el nombre de hozuki-ichi y aquí se presentan linternas de todas partes, lástima que no pudimos presenciarla porque ya había terminado.
Este festival de baile se celebra al caer la tarde cuando la calle queda en penumbra y las linternas son encendidas. Quince compañías de baile tradicional formadas por jóvenes y ancianos, deleitan a los visitantes con sus cantos y sus cabriolas que reciben el clamor del respetable. Acompañados por la música tradicional de los shamisen, flauta, tambor (taiko) y campanas, que logran hacer que el ritmo fluya por tus venas. Nosotros porque estábamos grabando y tomando fotografías, que si no hubiéramos tomado parte simbólica entre la marea danzante. Estas compañías están compuestas por hombres o mujeres ataviados con trajes regionales muy vistosos y coloridos, que cantan una pegadiza canción dirigiéndose al público para animarle a tomar parte en la actuación, la traducción aproximada seria: “El idiota que baila y el idiota que mira ambos son tontos, así que vamos a bailar todos”. Al frente de estos grupos va un bailarín veterano que porta un estandarte sobre el que penden unas linternas con el nombre de la compañía, y detrás comienza una frenética competencia entre los grupos, que en ocasiones parece una “batalla” cruzada que en lugar de ser comentada merece la pena ser vista, por ello damos por finalizado nuestra entrega dejándoos disfrutar con los videos de este precioso festival.
Esperamos que os haya gustado todo este caos frenético a ritmo tradicional y os citamos mañana para la primera entrega de los fuegos artificiales, un abrazo desde Japón.
2 comentarios:
Hola chicos!!
Hacía algunos días que no entraba en el blog. ¡Impresionante festival! Y los vídeos molan bastante. A ver si os animáis y me escribís un correo para contarme "el otro viaje", de modo un poco más "personal".
Abrazos.
Tony
Que chinos mas guays, a la rica bolita de pulpo, y anda que ya os vale, ir a japon a comer pan tumaca y tortilla de patatas.
Vaya plantacion de maria que tienen, asi se corren esas juergas.
Pero que guapo y que bien se lo pasan en sus fiestas, tiene que ser espectacular verlo. El de las margaritas en la cabeza tenia poca vergüenza, pero los ultimos menos.
Un saludo
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