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lunes, 7 de julio de 2008

El primer festival pasado por agua y sin poder ver nada, pero con buen humor.

Hoy comenzaba la temporada de festivales que dura bastantes meses, e ilusionados decidimos madrugar con la sana intención de ir a Hiratsuka, en la prefectura de Kanagawa que es junto con la ciudad de Sendai, en la prefectura de Miyagi (sin coñas de dar cera pulir cera) uno de los puntos más famosos e importantes para presenciar la que iba a ser nuestra primera fiesta, de no ser porque ha amanecido con el diluvio universal versión DS frustrando todos nuestros planes, pero no por ello quitándonos las ganas de hablaros acerca de este precioso festival, del que por desgracia solo tenemos unas cuantas fotos y ninguna de ellas es de los bailes y festejos que es lo más bonito, de modo que, y sin que sirva de precedente nos hemos visto obligados a buscar material fotográfico y videos que no son de nuestra propia cosecha como ha sido la pauta hasta la fecha, y que esperamos no tener que volver a recurrir a ellos en nuestra próxima salida que se producirá el próximo miércoles, ya que esta semana pinta lluviosa, pedimos disculpas y esperamos que disfrutéis igualmente del post.

Bueno, después de las aclaraciones y disculpas pertinentes comencemos con el post en sí, la festividad a tratar hoy es especialmente bonita y ñoña a la vez, se trata de la fiesta de “Tanabata” o de la “Festividad de las estrellas” que se celebra el 7 de julio y no tiene nada que ver con San Fermín. Esta fiesta podría tener un equivalente en España a nuestro San Valentín, pero nos quedaríamos cortos en su definición, ya que alberga mucho más. Se celebra el séptimo día del séptimo mes del calendario solar, esta festividad tiene su origen en China y narra la historia de dos amantes que pasaron a la posteridad como estrellas brillantes del firmamento, Altair y Vega. (Es una versión adaptada de la leyenda original, ya que la información que encontramos era muy esquemática y perdía el componente romántico y literario de la historia. Si alguien encuentra la original entera nos encantaría poder leerla).
Narra la leyenda la historia de dos enamorados que vieron su amor frustrado por la incomprensión. La bella Orihime ( 織姫 ), princesa de los tejidos e hija de Tenkou ( 天候 ), Dios celestial, pasaba sus días trabajando de sol a sol con un majestuoso telar que llevaba el sobrenombre de Tanabata ( 七夕 ), tejiendo vestidos para su padre en la Llanura Alta del Cielo. Aquí la muchacha vivía en compañía de su padre a orillas del rio Amanogawa ( 天の川), conocido por los mortales como “vía láctea”. Mas allá cruzando el rio encontramos a un humilde y fornido muchacho llamado Kengyu (牽牛), que se ganaba el pan como pastor de bueyes arando los cielos para su señor ajeno a la existencia de tan preciosa mujer. Un buen día Tenkou decidió acercarse y felicitar al joven por su magnífico y eficiente trabajo, el pastor no podía contener la emoción de ver que había servido bien a su señor, y eso para él ya era la mayor de las recompensas, pero el destino y la gracia de su señor le tenían reservada una sorpresa a un mayor.




Tenkou, el Dios celestial en persona, le había concedido el enorme honor de conocer a su hija, la hermosa princesa Orihime, ante la cual la propia luna palidecía. Kengyu no salía de su asombro, el corazón le latía como la tiara de bueyes que le acompañaban cada mañana, jubiloso aceptó la invitación de su señor que complacido procedió al ansiado encuentro. Esa noche paso entre el sueño y la vigilia, ya que ambos habían pasado su vida dedicados al trabajo sin conocer más que sus labores y a su señor.

A la mañana siguiente Tenkou se presentó ante el muchacho con su sonrojada hija, que caminaba tímidamente tras su padre, allí se encontraba el pastor atareado en sus quehaceres cotidianos cuando percibió la presencia de su señor y corrió raudo a su encuentro. El flechazo fue inminente, ambos quedaron prendados al verse como la luz de día se refleja sobre las aguas y esto congratulo profundamente a Tenkou que decidió unirles en matrimonio, pero como suele pasar en la vida, no todo sale siempre como uno tiene previsto, y eso no tardaría en averiguarlo el poderoso patriarca.

Orihime poco a poco comenzó a dejar de lado sus tareas para escabullirse y reunirse con su amado Kengyu en la otra orilla del gran rio y del mismo modo el joven pastor empezó a descuidar sus labores para satisfacer a su amada. Esto desembocó en un abandono total de las tareas encomendadas por el poderoso Dios celestial causando la ira del mismo, la princesa intentó en vano interceder ante su padre con el fin de apaciguar su ira, pero el daño ya estaba hecho y como creador no podía permitir que su ley fuese desobedecida ni tan siquiera por la que era sangre de su sangre. De modo que obligó a los amantes a permanecer separados por las aguas del caudaloso Amanogawa, donde permanecerían en soledad pagando por su ultraje transformados en estrellas hasta que llegase la séptima noche del séptimo mes, entonces el barquero mágico de la luna, llevará a Orihime (Vega) al otro lado de la vía láctea para que se encuentre con Kengyu (Altair) y permanezcan juntos hasta la llegada del alba. Pero esto solo sucederá si Tenkou (el cielo) está contento con el trabajo de su hija y permite con su clemencia que esa noche no llueva, porque si no, la barca se inundaría y no podrían verse hasta el año siguiente, otra versión sustituye la presencia del barquero por una bandada des urracas que acuden a sobrevolar el río Celestial y que, con las alas totalmente desplegadas, forman un puente por el los enamorados cruzan para estar unidos.











Y aquí concluye esta preciosa oda al amor imposible. Esta emotiva leyenda China proviene de una antiquísima tradición budista y fue introducida y adaptada por los propios japoneses a lo largo del periodo Nara (S. VII – IX) y modificada más tarde durante el periodo Edo (S. XVII – XIX) y que perdura hasta nuestros días. Para conmemorar esta festividad, en los días previos a la misma, se deben de colgar de las ramas de un árbol de bambú tiras de papel de cinco colores: rojo, verde, amarillo, blanco y negro, que representan los cinco elementos: fuego, madera, tierra, metal y agua, respectivamente. En estos papeles, que más tarde leerá con suerte el poderoso Tenkou, los participantes de esta celebración escriben sus deseos con la esperanza de que se cumplan del mismo modo que ruegan para que los enamorados puedan estar reunidos de nuevo, estos deseos se verán cumplidos en el plazo de un año.







Para decorar y ambientar las calles y arboles de bambú, aparte de los mencionados papeles se usan otros siete tipos distintos de decoración que obviamente simbolizan diversas cosas no son meramente ornamentales, he aquí la lista de abalorios.

1. Tiras de papel (Tanzaku): Deseos para los estudios y buenaventura.
2. Kimono de papel (Kamigoromo): Deseos para la buena costura. Protege de accidentes y problemas de salud.
3. Grullas de papel (Orizuru): Seguridad para la familia, salud, y larga vida.
4. Bolsos (Kinchaku): Buenos Negocios.
5. Redes (Toami): Buenas cosechas y pesca.
6. Bolsas de basura (Kuzukago): Limpieza y eficiencia en el aprovechamiento de las cosas.
7. Cintas (Fukinagashi): L as cintas que Orihime usa para tejer.




Otra decoración típica en esta festividad son unas de esferas de cintas (Kusudama), que se ponen en la parte de arriba de las cintas. La bolita está originalmente pensada para imitar a la Dalia, una flor preciosa y humilde. Además de colgar los deseos de las ramas de bambú y de todas estas muestras de buena fe y prosperidad, también se pueden poner en pequeñas barquichuelas o farolillos los deseos que serán puestos a flote en un río, o quemados durante el festival, alrededor de la media noche o al día siguiente. Y para dar más vidilla a este festival, diversas compañías de baile tradicional, así como varios grupos folklóricos amenizan la velada con danzas tradicionales al compás marcado por los resonantes “daikos”, mientras se entona una cancioncilla popular que rememora esta leyenda.























Y esto es todo lo que os podemos contar acerca de esta fiesta tradicional cargada de emotividad y buenos deseos para todo el mundo, que va mas allá de cualquier simbología religiosa o pagana y que muestra la cara más amable y tierna de un crio que todos los hombres y mujeres llevamos dentro, y que en ocasiones por culpa del ajetreado ritmo de vida o de las responsabilidades dejamos que muera, abrid vuestros corazones, formulad un deseo y esperad a que se cumpla… puede que quizás no se realice pero nada se pierde, no olvidéis que siempre hay que mirar en la cara brillante y positiva de la vida vista con los ojos de un niño.

Nos vemos en un par de días con una nueva entrega de los festivales tradicionales, buenas noches y buena suerte con los deseos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Rubén,
Soy Teresa, la chófer del trabajo de tu madre. Me encanta vuestro blog, lo que relatáis, las fotos, y, sobre todo lo felices que parecéis. ¡¡No sabéis la envidia que os tengo!!
No sé si habrás hablado ya con tu madre. Intentó entrar en tu ordenador, pero no pudo.
Besos. Y espero que se cumplan vuestras expectativas. Teresa