hora

contador visitas

sábado, 26 de julio de 2008

Campo de batalla, Sumidagawa Hanabi Taikai. Los fuegos artificiales controlados por helicópteros.

Hola amigos, acabamos de regresar de ver los fuegos artificiales sobre el rio Sumida, a escasos minutos de donde residimos. Ha sido una verdadera locura, todo lleno de gente y sobre todo de presencia policial que en ocasiones daba la sensación de que estábamos ante un conflicto armado o un desastre de magnitudes apocalípticas jejeje. Es un festival muy famoso en todo Japón, con lo cual recibe numerosas visitas cada año, cosa que nos imaginábamos pero que no esperábamos que fuese de tal magnitud, vamos que el evento comenzaba a las 19:10h y todas las inmediaciones del rio hacia varias horas que estaban ocupadas o reservadas con cinta adhesiva en el suelo, con lo cual nosotros que nos fuimos para estar allí dos horas antes nos vimos compuestos y sin sitio. Entonces fue cuando comenzó nuestro tira y afloja con las fuerzas del orden jejeje, es una forma de hablar no nos peleamos jajaja, ya que según parecía todo estaba reservado, ocupado o eran zonas de transito que no podíamos ocupar, de modo que nos mandaban continuamente cada vez más lejos o a lugares donde la visibilidad era nula, como por ejemplo debajo de un puente, en fin, menos mal que al final logramos infiltrarnos entre el gentío para sacar algunos videos del acontecimiento entre los estreses de parar y andar al ritmo de la policía. Las fotos son de fuentes oficiales ya que nuestras cámaras no recogían nítidamente los fuegos, debido en parte a que estábamos demasiado alejados, disculpad por ello.





Ahora es el momento para hablaros formalmente del festival en sí, puesto que las noches estivales en Japón son el mejor momento para disfrutar de los festivales y de los brillantes fuegos artificiales. Pero si hay un evento pirotécnico que merezca la pena destacar por su ambiente festivo es el que acoge el Río Sumida, que se celebra el último sábado de julio y ha venido amenizando las veladas de los japoneses desde el Siglo XVIII. Se trata, según las fuentes oficiales, del mayor espectáculo pirotécnico que se celebra en Japón, y uno de los más antiguos (la primera celebración data de 1733), además es el evento en el que las numerosas compañías pirotécnicas aprovechan para presentar sus novedades al asombrado público. Actualmente, se lanzan alrededor de 20.000 cohetes y acuden un 1.000.000 de personas, persona arriba persona abajo, que tampoco nos vamos a poner puntillosos, jejeje, este festival dura aproximadamente hora y media.




Eso sí, durante el Sumidagawa Hanabi Taikai, que es así como se llama esta celebración, no podréis parar un minuto de mirar a ambos lados del rio, puesto que los fuegos son lanzados desde barcazas en el agua y estas están situadas entre dos puentes, con lo cual el espectáculo es doble, porque también escuchas por megafonía a una muchacha que va comentando lo que estás viendo, mientras preparan la siguiente ondanada de fuegos, eso sí, si la policía te deja verlos y no te mete prisa para que dejes pasar al siguiente grupo de personas jejeje, y todo esto vigilado desde el cielo por un comando de helicópteros policiales que parecían estar buscando a Gozilla, porque si no no tendría ningún sentido tanta vigilancia por unos simples fuegos, no creéis?.

En fin que esperamos que os gusten los videos de los fuegos, podríamos haberos hablado más acerca de la fabricación de estos entretenimientos pirotécnicos pero lo vimos innecesario, y preferimos simplemente contaros brevemente nuestra experiencia y dejaros con los videos que es la esencia de esta celebración. Por hoy os dejamos ya, nos veremos pasados unos días en una próxima entrega sobre las maravillas que alberga este maravilloso país.


Kagurazaka: un festival al compás del cante jondo.

Esta semana toca ir a visitar el distrito de Kagurazaka, que es una vecindad muy tranquila en la parte noreste de Shinjuku, del que ya hablamos. Fundamentalmente es una calle muy inclinada de aproximadamente 400 metros de largo (no la hemos medido) y el área colindante, éste es uno de los pocos sitios de Tokio que todavía conserva la mayor parte de los viejos "shitamachi” o cascos antiguos del viejo Edo. Durante este periodo, esta vecindad era conocida por sus numerosas casas de geisha, de las cuales aún hoy en día podéis ver entre sus callejones de adoquín, es en estos callejones de aire pintoresco y nostálgico donde reside el autentico corazón de Kagurazaka donde el viajero, caminando por sus inclinadas callejuelas y estrechos callejones, puede recuperar la esencia de viejos tiempos.

Pero sin duda, donde reside la gracia de este barrio y de su peculiar festival es en las tiendas y puestecillos varios que pueblan la calle. Hay una gran variedad de artículos exóticos, desde los tradicionales kimonos con sus complementos, incluidas las getas, pelucas de geisha, hasta una pequeña y tradicional tienda de artesanía en madera que se dedica a la elaboración de artículos en madera virgen como los palillos y sus correspondientes cajas para guardarlos o los conocidos bentos, unas cajitas de varios compartimentos y alturas donde se guarda la comida para llevar fuera de casa (una especie de taper sofisticado). Además, también podéis encontrar numerosos puestos donde los amables dependientes os ofrecerán una enorme variedad de productos de alimentación tradicional como galletas de arroz hechas a mano, tofu, algas, varios pinchos de carne y tsukudani (es un tipo de comida que consiste en pescado, carne o vegetales, cortado en pequeñas porciones y fritos en salsa de soja y mirin (sake dulce). Se utiliza como acompañamiento del arroz y no se come solo, puesto que el fuerte sabor a soja que tiene contrasta bien con el arroz hervido típico de la gastronomía japonesa, entre otras delicias.



Pero Kagurazaka guarda aun más sorpresas como por ejemplo pequeños restaurantes de cocina internacional como es el caso del pequeño y modesto restaurante: El Platero, de cocina española donde entramos a tapear, jejeje, por extraño que parezca en busca del sabor de la madre tierra. Encontramos este lugar mientras nos dirigíamos a ver la primera parte del festival que dura cuatro díasy que os hemos resumido aquí y que podréis leer a continuación. Este restaurante está escondido en una callejuela colindante a la salida de la boca de metro de Usigome-kagurazaka, y a diferencia de otros restaurantes que hemos visto que llevaban la bandera española pero que servían cocina italiana o mexicana, este local sirve a precios más que razonables pequeñas muestras de nuestra gastronomía, servidas con el encanto japonés. En la carta podías encontrar desde la típica tortilla de patata o el pintxo de pan “tumaca” con su jamón serrano, hasta lubina al horno, vieiras, txangurro a la donostiarra, mejillones tigre o patatas con chorizo e incluso paella y arroz negro, que parecían tener muy buena pinta. En el apartado de bebidas, podías encontrar desde freixenet hasta somontanos y no demasiado caros, en torno a los 2000 yens, del mismo modo, podías degustar una buena sangría de medio litro hecha con un autentico reserva jejeje, eso sí, todo acompañado de una decoración sacada del Quijote, con música de flamenco y faralaes de fondo, e incluso un poster de la ruta de la plata o un libro en japonés de la virgen del Rocío jejejeje. Es un sitio pequeño, de modo que debéis hacer reserva, o poner cara de chefs de lujo para que os cuelen como a nosotros… jajaja, es una experiencia anecdótica.





Kagurazaka, a pesar de estar en pleno siglo XXI sigue conservando la mayor parte de su atmósfera tradicional, pero que comparte esencia con otras culturas que se han fusionado a la perfección como la mencionada española o la creciente y significativa presencia francesa, que ha influido notablemente en su gastronomía, debido al numeroso números de expatriados franceses que viven aquí, y que han abierto varios restaurantes e incluso una escuela internacional, todo en esta área.

Pero si por algo es conocido Kagurazaka, al margen de sus tiendas y restaurantes o de sus calles llenas de encanto, donde poder cruzarte con mujeres ataviadas con los trajes tradicionales, es por sus templos como por ejemplo, el templo de Anyoji o el templo Zenkoku-ji donde se celebra el Festival Kagurazaka que es el que nos atañe y que da título a esta entrada.

Para ir abriendo boca os hablaremos del primero de los templos, el de Anyoji, del que no tenemos nada de información en absoluto, ya que tan solo hemos encontrado referencias a otro que comparte el mismo nombre pero que se encuentra en Osaka, pero esto no es motivo para que no podáis disfrutar de este pequeño templo. Del mismo modo también tuvimos nuestro más y nuestro menos con otro de los templos que supuestamente se encontraba cerca del principal, en torno al cual se celebra el festival, pero que no figura en los mapas y que por lo tanto para nuestro pesar no pudimos encontrar, por ello prescindimos de su presencia en este blog.








Bueno, ahora es el momento para hablar sobre el templo principal y el festival que se celebra a sus puertas, se trata de Zenkoku-ji. Este lugar sagrado pertenece a la rama del budismo conocida como Nichiren, es un lugar muy frecuentado por los japoneses fundamentalmente durante los numerosos festivales y acontecimientos socioculturales que acoge en su recinto. Es también conocido como Bishamonten, debido a la imagen de este dios de la buena fortuna que bendice al templo desde su construcción en 1595. Este templo tiene una azotea elevada que está guardada por dos imponentes tigres de piedra que vigilan el patio, donde se distribuyen puestos y carpas durante los festivales, entre ellos el más famoso que es el de Kagurazaka, conocido como Awa Odori.








Este festival se celebra todos los años a mediados de verano, y aunque hace calor, gracias al aire que corre desde el rio subiendo por la avenida principal se puede estar más o menos a gusto en la calle. Dura varios días y es, para nuestro gusto, mucho más bonito e interesante que el anterior festival del mismo tipo que os comentamos en entradas anteriores, no porque tenga más números de baile, sino porque tiene una mayor implicación de las compañías que las forman (de todas las edades) y además te deja un cierto regusto a tradición y festividad arraigada. Las calles están decoradas con llamativos farolillos que iluminan la acera dando un toque nostálgico a esta postal festiva, donde los numerosos puestos de alimentación de los que ya os hemos hablado hacen su agosto en julio jejeje. Estos farolillos son muy famosos y de hecho se celebra una feria dedicada a estas obras de arte en papel, es conocida con el nombre de hozuki-ichi y aquí se presentan linternas de todas partes, lástima que no pudimos presenciarla porque ya había terminado.

Este festival de baile se celebra al caer la tarde cuando la calle queda en penumbra y las linternas son encendidas. Quince compañías de baile tradicional formadas por jóvenes y ancianos, deleitan a los visitantes con sus cantos y sus cabriolas que reciben el clamor del respetable. Acompañados por la música tradicional de los shamisen, flauta, tambor (taiko) y campanas, que logran hacer que el ritmo fluya por tus venas. Nosotros porque estábamos grabando y tomando fotografías, que si no hubiéramos tomado parte simbólica entre la marea danzante. Estas compañías están compuestas por hombres o mujeres ataviados con trajes regionales muy vistosos y coloridos, que cantan una pegadiza canción dirigiéndose al público para animarle a tomar parte en la actuación, la traducción aproximada seria: “El idiota que baila y el idiota que mira ambos son tontos, así que vamos a bailar todos”. Al frente de estos grupos va un bailarín veterano que porta un estandarte sobre el que penden unas linternas con el nombre de la compañía, y detrás comienza una frenética competencia entre los grupos, que en ocasiones parece una “batalla” cruzada que en lugar de ser comentada merece la pena ser vista, por ello damos por finalizado nuestra entrega dejándoos disfrutar con los videos de este precioso festival.





Esperamos que os haya gustado todo este caos frenético a ritmo tradicional y os citamos mañana para la primera entrega de los fuegos artificiales, un abrazo desde Japón.








martes, 22 de julio de 2008

La Batalla de Ueno entre esculturas de hielo.


Buenos días por la tarde, hoy ha sido un día muy caluroso pero menos que otros que ya hemos dejado atrás, como no había mucho que hacer decidimos ir de nuevo al parque para ver que más secretos escondía mientras hacíamos tiempo para la competición de esculturas de hielo que se celebraba a las tres de la tarde a pleno sol en mitad del parque, te cagas. De camino hacia allí nos metimos de lleno en una de las calles colindantes conocida como Ameya-Yokochu, un lugar donde comer y comprar prácticamente de todo a precios baratos salvo que vayas a comprarte ropa que entonces te dejas allí las costillas. Entramos aquí en busca de unas pilas para la cámara que chupa más que un niño tonto, y tras encontrarlas a mejor precio que en Akihabara (así que ya sabéis, si queréis comprar pilas olvidaros de la calle eléctrica), nos dirigimos hacia el parque cuando de repente se presentó ante nosotros una tienda especializada en tés, y obviamente tuvimos que hacer una parada obligatoria. En este tipo de establecimientos el personal es súper amable y te atiende con rapidez y eficacia, nada más entrar te sirven un delicioso té tibio que te sienta estupendamente. Después ojeamos todo y decidimos comprar unos gramos de té verde de dos variedades: Gyokuro y Sencha, muy buenas de calidad y precio. Pero si algo tenía de especial esta tienda, es la sección dedicada a la ceremonia del té y al protagonista de esta: la variedad macha, de calidad excelente y sabor auténticamente japonés.

Tras esto volvimos al parque y junto al templo y la estatua de Saigo Takamori encontramos el monumento funerario levantado en conmemoración de los caídos en la batalla de Ueno, los conocidos como Shôgitai. Los Shôgitai eran una unidad militar formada en 1868 por Hitotsubashi, siervo de confianza de Shibusawa Seiichirô, junto con el Hatamoto Amano Hachirô y otros 67 simpatizantes pro-Bakufu reunidos en Zôshigaya dando lugar a esta unidad militar. Este batallón participó en una de las batallas más sanguinolentas de la historia feudal nipona y que pusieron punto final a una época llena de feudalismo y tradicionalismo, dando pie a los cimientos sobre los que se levanta el actual Japón.




La Batalla de Ueno (上野戦争 ) fue una batalla de la Guerra Boshin, que ocurrió sobre el 4 de julio de 1868 (el 15 de mayo por el calendario lunar). La Guerra Boshin (戊辰戦争, Boshin Sensō, "Guerra del Año del Dragón"), [es el nombre que se le dio a la guerra civil que tuvo lugar entre 1868 y 1869 en Japón entre los partidarios del gobierno del Shogunato Tokugawa en el poder y la facción que pretendía la devolución del poder político a la corte imperial (los mencionados Shôgitai). La guerra comenzó debido a la insatisfacción reinante entre los nobles y jóvenes samuráis que, a consecuencia de la progresiva apertura de Japón en la década precedente, había generado una política de exteriores del shogunato muy abierta y permisiva hacia los extranjeros.

El desenlace de la guerra se vio rápidamente decantado a favor de la facción imperial, pequeña pero relativamente modernizada tras una serie de batallas que culminaron con la rendición de Edo, ] el Shōgitai se hizo fuerte en los recintos de Kan'ei-ji (寛永寺; un templo de familia Tokugawa, del que ya hablamos en el post anterior) también se posicionaron en el cercano lugar santo de Nezu Shrine (根津神社). Aquí opusieron una férrea resistencia al enemigo que usaba cañones Armstrong y armas de Snyder, que causaban un efecto demoledor entre los defensores, que caían valientemente ante las armas de destrucción introducidas por los demonios extranjeros.

Tras estos desastrosos acontecimientos, y para evitar un baño de sangre innecesario ante el devastador poder imperial, Yoshinobu puso fin a las hostilidades por el bien de su pueblo. El resto del los partidarios de los Tokugawa decidieron retomar posiciones hacia el norte de Honshu para posteriormente dirigirse hacia Hokkaido, donde constituyeron la República de Ezo. La derrota en la Batalla de Hakodate, permitió que la facción imperial tuviese el control total de Japón y puso punto y final a la fase militar de la Restauración Meiji.



Si tras leer esto os ha picado el gusanillo y quereis profundizar en la historia, pero de una forma mas amena, teneis a vuestra disposición diversos medios como por ejemplo la película “Tsukigami (憑神)” estrenada en 2007 del director japonés Furuhata Yasuo, o el manga “el árbol que da sombra” de Osamu Tezuka, también conocido como “el dios del manga”, autor de obras como: Budda, Príncipe Caballero, Astro boy, Kimba el león blanco (copiada blasfemamente por los gañanapidos de Disney con su rey león de pelazo L’oreal ) y la mejor de todas que es la saga de Fénix ( nada que ver con los caballeros del zodiaco), que os recomendamos leer encarecidamente.








En otro orden de cosas, ha llegado el momento de hablaros del prometido conurso de estatuas de hielo. La escultura de hielo es una forma de escultura que usa el hielo como la materia prima. Las esculturas del hielo pueden ser abstractas o realistas y pueden ser funcionales o puramente de decoración. Esculturas de hielo generalmente están asociadas con acontecimientos especiales o extravagantes debido a su vida limitada, Se realiza todo tipo de proyecto de hielo, esculturas, barras de bar, centros de mesa, para decoración de eventos, fiestas, lanzamientos, presentaciones de marcas. Es una práctica común en algunos países como Canadá, Estados Unidos, Japón, China y otros, en España es casi desconocida, por desgracia, aunque lentamente va ganando adeptos.

La vida de una escultura es determinada principalmente por la temperatura de su ambiente y así, una escultura puede durar a partir de meros minutos a posiblemente meses. Hay varios festivales de hielo celebrados en el mundo entero, recibiendo las competiciones de escultura de hielo, como es éste del que estamos hablando.

El material básico es obviamente el hielo, pero no penséis que se trata de un hielo como el de los cubatas, ni por asomo. Es una variante sin impurezas, elaborada mediante procesos de depuración y congelación lenta que da como resultado un agua libre de impurezas que se convertirá en el “mármol” del escultor, salvando las diferencias, ya que este es un material muy volátil y delicado. No siempre es transparente, puede ser blanco o coloreado mediante tintes.

La temperatura del ambiente afecta, como es normal, al proceso natural de descongelación del hielo, por ello el escultor debe trabajar rápidamente el bloque original para darle el efecto deseado antes de estar nadando en un charco de agua y sudor. Algunas esculturas pueden ser completadas en periodos cortos de tiempo de unos pocos minutos si el tallista usa herramientas eléctricas como motosierras y cinceles especializados o sierras específicas para tallar tan delicado material.

Estas obras de arte tienen su particular museo en hoteles y restaurantes de lujo, donde los cocineros las emplean como musas para exponer sus creaciones más sofisticadas. Por ello, no es de extrañar que existan escuelas que enseñen estas disciplinas y que luego desembocan en concursos de esta índole donde se muestra la valía de sus alumnos. Esperamos que os gusten las fotos y que quizás deseéis poner una de ella en alguna de vuestras celebraciones, como por ejemplo las inminentes bodas de: David & Noema / Laura & Juan Carlos (enhorabuena a los futuros novios).

Nada mas por hoy, nos leemos en futuras entregas que tengáis un buen día y una mejor noche, si el calor os lo permite, abrazos.